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quinta-feira, 19 de dezembro de 2019

Hawking: vivir merece la pena. * Félix Roque Rivero - VE

Hawking: vivir merece la pena.
Por: Félix Roque Rivero

En una calle de Madrid, de esas que poca gente transita, acurrucado en un montón de libros viejos, un hombre encorvado, todo maltrecho levantó su mirada azul y la clavó justo en la mía. Con una sonrisa llena de ternura empezó a hablarme con una voz que parecía venia del espacio...

Yo nací el 8 de enero de1942, justo cuando se cumplían 300 años de la muerte de Galileo. Calculo que ese mismo día nacieron en el planeta tierra cerca de doscientos mil niños. Ignoro si algunos de ellos se interesaron por la astronomía como lo hice yo...

Con su sintetizador seguía comunicándose conmigo...Ingrese en el University College para estudiar física, que era lo que me interesaba, dado que gobierna el funcionamiento del universo. Para mi, las matemáticas no eran más que un instrumento para el estudio de la física. Había que ser brillante sin hacer ningún esfuerzo, esforzarse por conseguir mejores calificaciones era considerado en Oxford cosa de mediocres, el peor epíteto que podía recibir un estudiante. Debía evitar eso.

Sin inmutarse para nada me dijo...Me diagnosticaron esclerosis lateral amiotrofica, una enfermedad incurable y desde ese instante supe que mi tiempo de vida sería muy corto. Mi cuerpo iría deteriorándose hasta convertirme en un hombre de hojalatas retorcidas como el personaje del Mago de Oz. Por eso llegue a la conclusión de que cuando tienes que enfrentarte con la posibilidad de una muerte prematura, te darás cuenta que vivir merece la pena...

Desde Niño sentía curiosidad por investigarlo todo, así que cuando ingrese en Cambridge en 1962 tuve dudas si me dedicaba al estudio de la cosmología, el estudio de lo muy grande o por el estudio de las partículas elementales, el estudio de lo muy pequeño. Muy pocos habían dedicado tiempo al estudio de la teoría de Einstein sobre la Relatividad General que comprende el estudio de las distorsiones del espacio-tiempo geométrico. Pensé que si dos hombres caminan en dirección contraria en una superficie plana, se distancian y se alejan el uno del otro, en cambio, si caminan en una superficie como la de la tierra, en un principio se distancian, pero llegará un momento en que volverán a encontrarse el uno al lado del otro. Eso me parecía divertido, estudiar los escenarios que el espacio presenta es algo maravilloso. Disfrutaba las exactitudes del universo y también sus probabilidades, como aquella en la que creían algunos de mis maestros de que el universo no tenía ni principio ni fin en el tiempo...

Yo seguía con asombro cada palabra que disparaba el cerebro de aquel hombre y que me transmitía con sonoridad metálica el aparato que le colgaba del cuello...El universo si tiene principio. En su densidad infinita, todo comenzó con el big bang, la gran explosión. Apelando a la mecánica cuántica me percaté que la teoría de la relatividad general de Einstein era correcta. El universo vive en constante expansión y seguramente terminará constriñéndose, lo que han llamado el big crunch. Eso tal vez ocurra en unos 10 mil millones de años, yo no estaré allí y tal vez no existan testigos que afirmen que me habré equivocado.

Se quedó en silencio un instante y mirándome interrogativamente como un profesor riguroso afirmó tajante...Caer en un agujero negro se ha convertido en uno de los horrores de la ciencia-ficción. Es ya muy difundida la idea de que los agujeros negros tienen un movimiento rotatorio, lo que implica que puedes caer en uno de ellos en el espacio-tiempo y salir en otra región del universo. Tal vez sea esto lo que ocurra con las almas, le dije. Me miro y con absoluta incredulidad de un ateo convencido me respondió: no lo sé, lo que sí sé es que elegir nuestro destino y nuestras vacaciones no está muy claro.

Los agujeros negros se convirtieron para mi en una obsesión, la cantidad de entropia que contienen definen el nivel de desorden que en su interior existe. Todo lo que cae en un agujero negro permanece allí, nada escapa de el, porque no emite radiación. Al menos eso era lo que decían. Sin embargo, mi descubrimiento más sorprendente fue descubrir que las partículas se filtrarían a través del horizonte de sucesos, logrando escapar del agujero negro. Por eso estimado amigo, debo decirte que un agujero negro no es totalmente negro y radián como cuerpos calientes. Einstein había afirmado que “Dios no juega a los dados”. Al parecer, Mr Einstein estaba doblemente equivocado. Dios no solo juega a los dados, sino que a veces los tira donde nadie puede verlos...

Creo que ambos estamos cansados de esta ya larga conversación, me dijo. La finalizaré refiriéndote uno de mis trabajos que titulé severamente “Las condiciones de frontera del universo”. Allí sugiero que el espacio y el tiempo eran finitos en extensión , pero que estaban encerrados en sí mismos sin límites ni bordes, como la Tierra que es finita y sin bordes. En ninguno de mis viajes he conseguido caer por el borde del mundo, como tampoco Colón cayó , le solté y ambos sonreímos. 

Si la propuesta de la ausencia de límites es correcta, las leyes de la ciencia serían siempre válidas y no existiría singularidad alguna. Habría realizado mi ambición de descubrir cómo comenzó el universo. Pero sigo sin saber por qué comenzó. Adiós amigo callejero, mi sintetizador se ha quedado sin energía...

Planetario de Madrid, barrio Legazpi. Diciembre 19 de 2019
roque.felix@gmail.com
Fuente: libro Historia del tiempo de Stephen Hawking. Cambridge, enero de 1992.

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